Vuelve a casa, si estás lejos, que te llama Papá

… “vuelve a casa, si estás lejos, que te llama Papá”… ¿sabes algo?… Él te ama… ¿no lo habías descubierto?, ¿no lo sabías?… Él te ama, más y más de lo que puedas imaginar… abre mi oído, ¡quiero escucharte!… abre mis ojos, ¡yo quiero verte!… ¡abre mi corazón a Ti!… entra, Señor, entra en mi vida y que desee volver a casa… pero no estoy preparado para el encuentro, harapiento hace tiempo y maloliente… no me interesó lo que dejé, no supe prevenir las consecuencias de irme de casa de Papá… seguro que É ya no se acordará de mí, además, cuando me vea no me reconocerá… “vuelve a casa, si estás lejos, que te espera Papá”… Él te tiene tatuado en su corazón, y Él mismo saldrá a tu encuentro apenas te vea regresar, y te pondrá vestidos nuevos y hará un gran fiesta… es que estar preparado no es vivir estático con méritos adquiridos… estar preparado es conservar el deseo del reencuentro, aunque te quedes dormido porque se hace larga la espera… estar preparado es no dejar de confiar en ese amor incondicional que hace nuevas todas las cosas… ¡el aceite del deseo no se puede prestar!, ¡el aceite de la confianza no es transferible!… confía, confía, que cada vez Papá te ama más, ¡que Él no se cansa de esperar!… la #rosasinporqué vive preparada para los encuentros, la gratuidad la previene para no dejar de quererlos… ¿estás preparado y prevenido?, ¿deseas y confías?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 25,1-13)…