Sorprendido por la luminosidad del cuerpo

… sorprendido por la luminosidad del cuerpo, transparencia del barro, comprendo que es mucho más que un sagrado relicario… yo no tengo cuerpo, ¡soy mi cuerpo!… soy mis ojos y mi corazón, soy mis pies y soy mis manos… soy lo que miro y amo, soy lo que camino y hago… sólo en Ti, Señor, mi cuerpo es mío y es de todos, es flexibilidad de junco o tensión justa de arco o de guitarra… sólo en Ti, mi razón se despega de mi saber de andamios, y mi “no saber” brinca con júbilo de niño por la llanura de tu porvenir… sólo en Ti, los huéspedes de mi memoria, alojados en ella para siempre, alegran su rostro endurecido, o disuelven con ternura sus halagos de nostalgia… sólo en Ti, mi fantasía descansa como brasa en la ceniza o es incendio creador con los pinceles de la llama en la tela de la noche… sólo en Ti, mi corazón se unifica mientras una muchedumbre de nombres y de fechas me recorren por dentro, me agreden o abrazan… sólo en Ti, mis decisiones cotidianas son siempre vida, cuando son agua pura en la roca, o lodo que se arrastra herido hasta el lago de tu Casa… sólo en Ti, soy cuerpo y alma, barro y pétalo, una sola realidad, capilla y catedral, templo y casa… la #rosasinporqué es templo de gratuidad para todos aquellos que la buscan y aman… ¿eres templo, cueva o madriguera?, ¿cómo respetas el templo de tus hermanos?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 2,13-22)…