¡Vive en la gratuidad y permanece en ella!

… ¡vive en la gratuidad y permanece en ella!… en esta vida y en este caminar las tentaciones, desde luego, son muchas… hay una imperceptible que esconde una gran mezquindad: se trata de esa suerte de «necesidad» de sentirte autor de obras y realizaciones de importancia, dignas de aplauso y, sobre todo, conocidas… ¡valer en esta vida!, hacer cosas y cosas que merezcan… y, por ello, nunca estar en paz, porque siempre queda algo por hacer o por terminar o por añadir… nunca sientes paz porque siempre te falta algo y sufres la desazón porque nunca estas conforme contigo mismo, ni con los vecinos… aguardas que otros te reconforten y, por lo general, los demás no pueden hacerlo… ¿entonces?… de ninguna manera debes soslayar los trabajos ni ignorar el valor de las acciones… lo que ocurre es que no vives dónde estás llamado a vivir, ni aciertas a descubrir el «lugar» de la paz… no vales por lo que haces, ni por lo que eres… vales por lo que amas… vales por Quien eres conocido y amado… y sólo en Él puedes hallar la paz y el sentido… el amigo y la amiga de la rosa “es” su corazón y su centro es la gratuidad… vuelve a casa, vuelve al Don… la #rosasinporqué se sabe conocida y amada, es servidora de la gratuidad y por eso es tan feliz y hermosa… ¿te sabes valioso por quien te conoce y ama, o por lo que pretendes hacer y posees?, ¿encuentras paz y felicidad al fin del día aunque no se cumplan tus propósitos y proyectos?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 13,16-20)…