… anímate a amanecer en la realidad más profunda, sin decorados inútiles, sin figuras, sin condicionamientos… la vida te llama y tú, aún pequeño, acudes sin saber bien dónde estás… pero sabes quién eres en la ¡gratuidad!: despiertas al día con confianza, despojado de obras propias o ajenas, como un niño… la gratitud se brinda a quien la ama, a quien la desea, sin otra pretensión que no sea acudir con las manos abiertas… porque ¡eres aquello que amas en verdad!… quizá nadie lo vea, quizá nadie sepa nunca en esta tierra la hondura de tu silencio y de tu vida que aspira incesantemente a la gratuidad… cuando todo se pierde, amanece la luz de una aurora que no conoce ocaso… ¡déjate iluminar aunque la luz exterior no parezca dispersar las tinieblas!… no temas y sigue tu camino con valor… el honor no dependen de los aplausos o de las aprobaciones ruidosas, esas que siempre «dejan bien”… la #rosasinporqué se deja iluminar por dentro, por eso antes que brillar ilumina con la gratuidad… ¿te preocupas más por brillar que de iluminar?, ¿dejas que te iluminen los que tanto amas o vives oscurecido en tu egoísmo?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 14,44-50)…