¡Vive gratuitamente en Él, tú que de Él todo lo esperas!

… “caminante peregrino”, rápidamente puedes decir que es lo «normal»… que no es normal esa contrariedad indefinible que te choca una y otra vez, reduciéndote o deteniéndote no sé dónde… y sin embargo es infinitamente aprovechable… como el águila, tú vuela alto y contempla desde arriba… esa contrariedad es para tu bien y para el bien de todos…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, es preciso ir “más allá” siempre… tú no perteneces a las rabias de los ansiosos… las cuestiones que te quitan la paz son muy pequeñas… ¡ah, paradoja!, por eso dañan tanto… el sufrimiento que aprieta te empuja hacia arriba cuando, en efecto, has aprendido a sonreír y a compadecer… para ello es preciso que te desprendas, que sueltes amarras y que no pretendas poderes, que eso es totalmente necio…

… deja que el agua corra en paz y presta atención a su melodía… acepta lo más bello y descubre en tu alma todos los secretos, no te apabullen las circunstancias… si en conciencia te toca defenderte, ¡defiéndete!… y si es lo propio, resiste… ¡y nada más!… porque tu Señor quiere participarte Su gozo, Su vida… vive gratuitamente pues en Él, tú que de Él todo lo esperas…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, te elevas por encima de las circunstancias… eres enviado a los hombres para consolarlos… no te demores, no pierdas el tiempo… todo es gracia, pero nada es gratis… mira que la Navidad se acerca… desayuna y matea con la Verdad en el “pan del día”… (Mateo 9,35 – 10,1-5ª.6-8: “… han recibido gratuitamente, den gratuitamente… ”)…