Un día, y era de tarde

… un día, y era de tarde, que llovía y las gotas de lluvia estallaban sobre la piedra, descubrí lo que es una parábola de la vida… eres, vida mía, como una gota de lluvia que se estrella contra la piedra y estalla en mil pedazos dispersos por el suelo… ¡ninguna mano experta podrá hilvanar ya, con sabia cirugía, tus brillos quebrados y devolverte tu armonía de joya transparente!… sólo el sol, que te contempla, podrá bajar con su aliento cálido hasta tus residuos esparcidos, aspirarte de la muerte, concentrarte en la altura, y echarte a volar de nuevo, nube ligera, en tu estreno de azules infinitos… ¡sólo el sol!… no son las cosas las que me dañan, sino el uso que hago de las mismas… no es lo que me hacen lo que me perjudica o me beneficia, sino lo que yo hago con eso que me hacen… no es mi suerte lo que me pasó, sino lo que decido hacer con eso que me pasó… el que pueda entender que entienda… y el que no, que viva de una vez y contemple la gota de lluvia que se rompe y vuelve a empezar… la #rosasinporqué posee un corazón de gratuidad, por eso no daña ni se daña… ¿qué haces con los fragmentos y roturas de tu vida?, ¿eres lo que recibes o eres lo que haces con eso que recibes?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 7,14-23)…