Romper con Dios, sentirte vacío

… romper con Dios, sentirte vacío y, para proteger tu desnudez de cuerpo y de espíritu, sin origen y sin destino, tejerte un vestido con hojas arrancadas al árbol del mercado, marcas florecidas y etiquetas cotizadas… le duele a Dios contemplarte vestido de mercancía seductora, envuelto como una “cosa”… y Él se acerca en el paso de la tarde, vestido de brisa y de sosiego… por miedo a encontrarte frente a frente con el abismo del Amor, ¡no te escondas!… en ese encuentro, el Señor te señala con la mirada el único paraíso prometido, que ya estaba amanecido en el horizonte delante de Sus ojos… más allá de los partos inciertos, de la consigna en el oído, del dolor del arado en tus manos, y de la distancia en la planta de tus pies… ese paraíso ya corre ahora dentro de tus venas, y se desliza ágil y libre, paso a paso, por la jornada de trabajo, de lucha y de espera, hasta que llegues al fin al hogar, familia, mesa y oratorio, que ya no es una cueva con un placar de hojas de higuera… si te fuiste, regresa… si estás, entra… la #rosasinporqué unifica sus labios y su corazón, palabra y acción, desde, con y en la gratuidad… ¿alabas con los labios pero tienes el corazón distante?, ¿acomodas a tus intereses la enseñanza del Señor?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 7,1-13)…