Te presentaste

Te presentaste,
te ofreciste, y te quedaste,
como Palabra y como Pan.
No como cualquier palabra,
no como como cualquier pan.

Desde entonces,
quienes te escuchan,
si te quieren acompañar,
deberán optar,
porque no eres uno más.

Palabra verdadera
que seduce y enamora.
Pan sabroso,
que alimenta y recrea.
Palabra-Pan, Pan-Palabra.

Hay palabras
sin golpes de azada,
ni sol en la piel,
ni fermento en las entrañas,
ni piedras de molino,
ni fuego de horno,
ni aroma de ternura,
¡Hay palabras que no son pan!

Hay panes
que no tienen sosiego,
ni miran a los ojos,
ni llaman por el nombre,
ni muestran el rostro,
ni comparten el alma,
ni saben a infinito.
¡Hay panes que no son palabras!

Yo busco un pan
que sea palabra
en el encuentro.

Yo busco una palabra
que sea pan
en el desierto.

(… la “rosa sin porqué” se encontró con la palabra y el pan de la gratuidad, y no le importó dejarlo todo porque encontró Todo… con el Evangelio de hoy, San Juan 6,60-69…)