¡Tanto sueñas, cada día, con un «lugar» mejor!

… ¡tanto sueñas, cada día, con un «lugar» mejor!… ¿los hay en este mundo?, ¡vaya si los hay!… esos «oasis de paz», que las descripciones de las guías para turistas señalan en muchas partes… pero los «oasis de paz» cargan un nombre engañoso… porque la paz no es “pacífica”, lo que no significa que sea violenta… ¡es “fuego que quema”!… y depende, en cierto modo, de las nubes interiores, que cubren el límpido cielo de tu alma… porque la paz depende, en cierto modo, de la ausencia de temores, de reparos, de apegos, de vanidades, de obsecuencias y de todas esas cosas que «haces», a hora y a deshora, para no sé qué… cuando descubres que hay «otra cara», «otro lado», desde luego no perceptible inmediatamente a los sentidos exteriores… cuando caes en la certeza de que eres un «desterrado», un «exiliado», en los páramos de un mundo en fuga y en caída… y que , a la vez, eres protagonista y responsable de la historia… entonces, sólo entonces, suena un llamado, se despliega un horizonte diferente que te invita, de nuevo, a confiar y a entregarte sin vueltas, revueltas ni vueltos… la #rosasinporqué vive en paz porque nunca se queda en paz, vive encendida por el fuego de la gratuidad dándose siempre sin peros ni reparos… ¿buscas la paz de los cementerios o la paz que es fuego de entrega y servicio?, ¿dejas que la paz te queme y rehúsas toda agresión, violencia e intolerancia?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 12,49-53)…