Tal vez tengas el deseo, ¿la tentación?, de pretender llegar a destino con gran rapidez

… tal vez tengas el deseo, ¿la tentación?, de pretender llegar a destino con gran rapidez… sin embargo, por estos parajes la condición de “amigo y amiga de la rosa” es ya un «fin»… «sigue adelante» con confianza y perseverancia… el que se puso en movimiento, por fin, “hacia”, ¿no llegó ya, de alguna manera?… nada ganas en el clima de la impaciencia y sí todo lo obtienes en el ámbito de la paz y de la quietud… esto es admirable y es, desde luego, una paradoja: cuando juzgas descansar en un término definitivo es cuando te alejas del fin, cuando consideras que aún has de andar te aproximas a la meta… nada válido gestas sin quietud ni asiento… la dispersión es un mal de nuestros días y tiene fervorosos seguidores de todo pelaje e inclinación… deja de andar de aquí para allá y calienta por fin un asiento… desde luego no sólo físicamente, sino espiritualmente también… no te ocupes tan en exceso de lo que hacen los demás, ni te afanes en imponerles todo eso que antes o después muere… ¡detente!, no te equivoques, respeta, calla, contempla… el hombre, que tiene una gozosa limitación, no puede amar en verdad sin quietud, es decir: sin lograr el sentido profundo que le entrega, sin condiciones, su corazón… la #rosasinporqué no anda pendiente del fin de su hermosura, porque la gratuidad la hace vivir el fin en cada instante… ¿vives tan pendiente del final de tus días que te olvidas de vivir el ahora que se te regala?, ¿te preocupa el examen final pero no el día a día que lo prepara?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 13,36-43)…