Poco o mucho, con frecuencia estás tentado de «medir» casi todo

… poco o mucho, con frecuencia estás tentado de «medir» casi todo… sí, tentado de medir y clasificar… hasta que llega una hora, ¡y qué hora!, en la que todo cálculo se estrella y los dichos y definiciones de ayer se revelan insuficientes y hasta molestos y contraproducentes… a veces es una desagradable sorpresa, pero es necesario que abras el corazón porque sólo es allí donde hallarás tu bien… llega, por ejemplo, la hora inesperada de la enfermedad y del dolor… ¿qué hacer entonces?, ¿peregrinar, preguntar, sufrir sin más?… la «armadura» de «otros tiempos» se quiebra y se deshace… es preciso dejar que se torne nada porque ya, en realidad, no defiende de nada… hay una apertura que no te atreves a atravesar con facilidad… es el valor de lo esencial invisible, insignificante y descartable, que no se mide por el tamaño sino por la hondura, que no se aprecia por la cantidad sino por la intensidad… la gratuidad, aunque aparentemente pequeña, es inmensa al momento de enfrentar esa “hora” de tan desagradable sorpresa… la #rosasinporqué no ostenta gran tamaño, sin embargo, por la gratuidad es inmensa… ¿valoras las cosas y a las personas por su apariencia y tamaño?, ¿no sabías que lo esencial es invisible a los ojos y que los pequeños detalles hacen la diferencia?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 13,31-35)…