Sueñas, amigo y amiga de la rosa

… sueñas, amigo y amiga de la rosa, frecuentemente, con lugares y parajes, más allá de los cercos que parecen envolverte… ¡cuánto sueñas!, añoras los mayores espacios, esas dimensiones que continúan, que se van, siempre más allá… ¡ah!, anchura y solemnidad del mar, inacabables llanuras, insospechados cielos… ¿cómo consolarte?, ¿cómo aceptar así nomás esos límites tuyos, que tantas veces te ahogan?… y sin embargo esos ilimitados horizontes, aquellas montañas tan altas, caminos que siguen y nunca acaban… ¡son pequeños, muy pequeños, poquísima cosa, frente a las dimensiones del alma y del espíritu, abiertas en tu corazón!… ¡pero que le restas realidad!, ¡ah mezquindad de todos los días!… ya no eres capaz de desvelar el Rostro escondido, que es el más grande de la realidad… los más bellos templos del mundo son un pálido reflejo de ese incomparable e inconmensurable templo de tu alma… paraíso de la oración callada, atrio de la Casa de Dios, sagrario del silencio… rescata, en tu corazón, ese tu deseo profundo, que te regala Dios… vuelve sin cesar a ese instante que es ahora, donde puedes recogerte y entrar en el retiro de tu alma en el mismo Espíritu del Señor… la “rosa sin porqué” es ella misma un templo de gratuidad erigido con una belleza deslumbrante… ¿eres consciente que tu cuerpo es un templo increíble, lugar de encuentro con Dios y con tus hermanos?, ¿embelleces tu cuerpo como una realidad sagrada o lo disfrazas para el circo del mundo?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 2,13-22)…