Silencio obligado, y necesario

… silencio obligado, y necesario, este que me has impuesto, mi Señor, de nueve meses… ¡nueve meses!… el tiempo de gestación de una vida… vida del hijo, fruto del amor, germen de esperanza, descendencia, bendición prometida… pero promesa imposible, ilusión, quimera… el hijo que tanto te pedía pero que yo no creía que fuera posible: mi esposa es estéril y yo soy anciano… silencio obligado, mudez por la desconfianza, trabajo interior por la injusta sospecha, purificación para que la palabra deje de ser lamento, reproche y queja y se transforme en alabanza… cuando se cumpla el tiempo y nazca el niño, ¿volverá la palabra a mi boca?… cuando se cumpla el tiempo y tenga a mi hijo en brazos, ¿dejaré la queja?… cuando se cumpla el tiempo, y mis ojos vean, ¿se me soltará el corazón y la lengua?… se va rajando mi tierra seca como una boca que se abre para cantar mi sed y recibir tu agua… Señor, no retires tu silencio de mi vaso… todavía mi certeza no ha bebido suficiente… ¡Señor, sigue callado, hasta que nazca mi esperanza!… la #rosasinporqué sabe de silencios, para dejar las quejas de los reclamos y empezar a vivir en la alabanza de la gratuidad… ¿te quejas?, ¿alabas?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 1,5-25)…