Siempre de camino, por los lugares más insólitos

… siempre de camino, por los lugares más insólitos… no venciendo distancias, sino descubriendo otras, tal vez nuevas… así, no más, un buen día atravesaste no sé qué portal y quedaste, de golpe, lejos, muy lejos, en remoto lugar… pocas veces sabes por qué estás allí o aquí… lo supones, sin embargo, a pesar de las confusiones y de los cruces de caminos… estabas solo, completamente solo, y así te sentías, en singular desamparo… peor aún, no sabías hacia dónde ir… ¿qué hacer, adónde ir?, ¿cuál podía ser el «sentido» de aquellos pasos, fatigosos, que nada dejaban detrás de ti?… a la vera del camino, al pie de un árbol, alguien te llamó y te dijo, preguntándote curioso: “¿buscas algo?”… y casi sin responder dijiste sorprendido: “librarme del desamparo, de este gran desengaño que padezco”… no miraste su rostro sino sentiste su mano y su brazo que te asían con ternura… y te dijo: «… sígueme ahora por estos pasos, que no hallarás otros, y quédate aquí mismo sin más… vine a buscarte, Yo mismo, y te he hallado… no tienes que ir sino venir a Mí porque tengo mi Corazón abierto para ti…”… la #rosasinporqué sigue a la gratuidad allí donde ella misma se encuentra, sin necesidad de ir a ninguna parte… ¿has descubierto tu lugar o sigues dando vueltas por la vida?, ¿te dejas encontrar por la gratuidad o pretendes tú encontrarla?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 6,7-13)…