¡Si estás en la Roca no tienes que mudarte a ninguna parte!

… “caminante peregrino”, es el camino del Señor… es Su senda por la que vas, es con Él y en Él y, también, por Él, a causa de Él, desde Él… en su Corazón, en su Silencio, presente en su Presencia… y su Presencia es insospechable, inimaginable, inabarcable… ¡es Presencia!, ¿qué más?… ¿te atreves a definir, a explicar, a empequeñecer, a errar?… siendo tan maravilloso, deja, ¡deja a Dios que sea Dios!… sólo Dios en Dios…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, no es ahora el tiempo de analizar ni de hablar demasiado… descansa ya mismo, ¡ya!… tú sabes qué es… no hay ecos ni indicaciones, nada de carteles, ni de avisos… tampoco llegan cartas o mensajes por el medio que sea… cuando hay semejante silencio, tu liberación se aproxima… no son necesarios más signos, de esos que se levantan y luego, enseguida, caen… aquí hay Alguien que “es más que Salomón”… es hora de atender en silencio…

… sepárate sin temor de todo… despréndete y deja caer por ahí, donde no sabes… deja que el Señor, solo, entre en tu corazón, en tu casa… cuando menos lo pienses lo descubrirás presente, ¡no puedes sospechar su cercanía!… no interesa tampoco detallar nada… silencio y quietud… no tienes que mudarte, ni trasladarte a ningún lugar de este planeta… quédate dónde estás ahora y acepta que el Señor te elija y elija este remoto y desconcertante paraje…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, dejas de lado aquellos océanos que parecen no tener confines… cuya profundidad no puedes medir… y te estableces en el “aquí y ahora”… el Señor te llama a muchísimo más… no hay puertos, ni ensenadas, no hay lugares… el desierto interior no puede ser representado… estás edificado sobre Roca, no tienes que viajar a ninguna parte para que el Señor te adentre en su Corazón… no desconfíes, no empañes la fe, ¡arrójate!, simplemente eso… desayuna y matea con la Verdad en el “pan del día”… (Mateo 7,21.24-27: “…no son los que me dicen: ‘Señor, Señor’… ”)…