… saberse pecador, reconocerse como no justo, no significa vivir triste, sin paz o sin esperanza, sino situar la seguridad en Dios y no en las propias fuerzas o en una hipócrita virtud… alguien que jamás ha orado, seguirá necesitando afirmarse y convencerse de su propia seguridad, ya que la de Dios, la única fidedigna, ni siquiera la ha intuido… y cuando alguien se tiene por justo, y está hinchado de su propia seguridad, es decir, cuando vive en su mentira, suele maltratar a sus prójimos… los desprecia “porque no llegan a su altura”, porque no están al nivel de “su” santidad… amigo y amiga de la rosa, no faltan los momentos cuando el dolor o la incertidumbre ensombrecen las jornadas… el «mundo circundante» teme y contagia temores y sobresaltos… con toda convicción y deseo es tu camino vivir la mayor confianza en Aquél que es Presencia y Misericordia… es verdad que tu fragilidad se apodera de tus pensamientos y se gestan representaciones de todo tipo velando las horas mejores y turbando la paz… que esta oración cotidiana sea, pues, un oasis de paz: “Señor, ten piedad de mi que soy un pecador»… la “rosa sin porqué” no se envanece de su belleza sino que permanece humilde en la gratuidad… ¿te comparas, te mides, despreciando a los demás y contabilizando tus logros?, ¿eres capaz de bajar humildemente la cabeza y reconocerte profundamente pecador?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 18,9-14)…