… “saber esperar” no es lo mismo que “esperar”… la “sabiduría de la esperanza” suma a la “paciencia” la ciencia admirable de la “gratuidad” que sabe aprovechar todo para el mayor bien… cuando la injusticia desborda, cuando el mal y la perversión parecen haber tomado el control y el poder, con toda impunidad, cuando la crueldad hace añicos lo sembrado y los sueños, cuando hasta las entrañas te duelen, cuando la paz te es arrebatada y sientes que no te queda derecho a la alegría, cuando el desgarro de la traición no deja sitio para el perdón ni al amor… en plena desolación, aprende a “saber esperar”… no levantes muros de rabia que te aíslen, no respondas con un odio que te seque el corazón… no saques la cizaña, aunque la veas crecer con total desparpajo, porque arrancarás los brotes buenos… que la maldad no te vende los ojos ni plante en ti esa semilla negra, envenenada… que la reacción desde la desazón es instintiva y legítima, pero derriba más que construye… aunque no haya respuesta, aunque nada calme el dolor, que no te venzan, que aún tienes camino por recorrer… que no apaguen también tu luz y tu esperanza… deja que la reconciliación germine, sé instrumento de paz, cimiento de puente, que de estas muertes venga tu resurrección… desde tu ser barro, haz de la vida pétalos de bienaventuranza… la #rosasinporqué sabe esperar y por eso no desdeña la aparición de las espinas en su tallo sabiendo que habrá pimpollos que abrirán gratuitamente en mil pétalos… ¿sabes esperar?, ¿eres un reactivo compulsivo ante las dificultades y adversidades?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 13,36-43)…