Reconocerme paralítico y llenarme de fastidio

… reconocerme paralítico y llenarme de fastidio, sentirme estancado y no poder dar un paso, saberme impotente y seguir deseando tantas cosas… ¡y no darme cuenta que es el pecado lo que me ata!… ¿cómo te la arreglas, Padre, conmigo, cuando en las manos que sembraste de tu trigo asoman la cizaña de tu más fino enemigo?… ¿cómo te la arreglas, cuando ciego, no te sigo, para seguir adelante y de tu amor convencido, confiando aún en mis pasos que bordean el abismo?… ¿cómo te la arreglas, cuando el don he pervertido, para ofrecer tu mejilla de perdón y de cariño, al beso que te doy, de traidor, mas no de amigo?… ¿cómo te la arreglas, cuando tirado estoy en el camino, para acudir tan pronto, allí, en mi auxilio, con el óleo del consuelo y el cauterio de tu vino?… sin duda, es que tu Amor por mí está vivo y dos pequeñas palabras, pierden a tu Corazón su tino: “hijo mío”… la “rosa sin porqué” no confía en ella misma sino en la gratuidad que la sostiene viva… ¿cómo vives tus parálisis o estancamientos o fracasos?, ¿descubres en ellos la ocasión para salir de ti y reconocer la oportunidad de trascender?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 9,1-8)…