Quien vive, desea; quien desea, sueña

… “caminante peregrino”, ¿aún te preguntas por el sentido o por tu misión en este mundo?… es verdad: esta cuestión viene y va, se renueva a pesar tuyo… y, ahora, no deja de tener una tonalidad angustiante cuando las respuestas no parecen conformarte del todo… sueñas, sí, sueñas y deseas… y ¡tantas veces! quisieras liberarte de tus sueños, de tus deseos… de esas tensiones que no te dejan en paz… pero sigues soñando… y, lo que es peor: comienzas a comparar y a analizar… ¿será por aquí, será por allá?… ¿me equivoqué ayer, tropezaré mañana?…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, quien vive, desea; quien desea, sueña… esto es así, ¡no te asustes ni temas tu deseo!… pero ¡no lo empequeñezcas!… ¡no lo mezquines con ilusiones o imágenes de dudoso nivel!… no sueñes con convertirte en Julio César o Juan de los Palotes… es indudable que empresas y tareas las hay y merecen tu aplicación… pero ellas, todas ellas, se dan donde no las puedes registrar a tu antojo y donde no caben imitaciones ni máscaras…

… ¿qué puedes decir de ti mismo con esos deseos infinitos?…tu vida se desarrolla interiormente y lo que te parece lejano en las distancias de este mundo es inmediato y cercano en la hondura de tu corazón… ¿quién puede entrever, quién se atreve a adivinar los «secretos» de un alma?… porque es en la profundidad y soledad de esos valles… en los ríos caudalosos que descienden de esas montañas… donde se ganan los combates y las guerras, donde se libran las verdaderas batallas…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, acrecientas tus deseos, tu sueños… y recibes nuevo el envío a cumplir tu misión impostergable… no importan el qué y adónde… siempre serán escasas las provisiones y las previsiones… no hay deseos que tu Señor no quiera colmarlos (Santa Teresita)… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 10,1-12: “… los envió…”)…