Hay quien necesita, para creer, traspasar las heridas

… hay quien necesita, para creer, traspasar las heridas… no creer hace traspasar, hace ir más allá de lo que hay que ir, hace quedar fuera del Misterio… el que no cree, traspasa la herida y, al hacerlo, queda fuera… el hijo que no cree en el amor de sus padres a pesar de sus heridas, traspasa la puerta de la casa y se hace pródigo de amor… el amigo que no cree en lo fuerte de una sincera amistad, ante la menor herida, traspasa la puerta de la amistad y se aísla… el esposo o la esposa que no cree en la fuerza regeneradora del amor, ante la herida, traspasa la puerta de la casa para buscar otros “primeros auxilios” que, seguramente, no serán ni tan primeros, ni ciertamente los últimos… las heridas traspasadas son las que están traspasadas de victoria, de sentido, de gracia… son las heridas del Señor, que muerto en Cruz ha resucitado… pero son también las de todos los que le dejan cargarlas en las Suyas… tocar la herida traspasada sin traspasarla es tocar lo que cuesta creer aceptando en ello una parte de dolor… cuesta creer que una herida, aquello que hizo sufrir, pueda ser traspasada, pueda dejar paso a un sentido fecundo… creerlo sin más, no quita el dolor, sí un modo de sufrir que siga lastimando… cuesta creer y, sin embargo, hay que tocar con dolor esa herida que ya está traspasada, sin traspasarla… la #rosasinporqué toca sin traspasar las heridas traspasadas y despliega toda la belleza de la gratuidad… ¿necesitas hurgar en las heridas reclamando pruebas?, ¿eres feliz de creer sin ver y sin necesidad de evidencias sino solamente por el amor que se te tiene?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 20,19-31)…