Quédate, aguardando la aurora

… quédate, aguardando la aurora, a la luz de la lámpara en medio de la noche, o si sales busca las estrellas… detente ante el silencio de las flores, detente ante el silencio del dolor, detente ante la pregunta que no haya ni tiene ahora respuesta… cierra los ojos y abandónate al amanecer que llega… el lenguaje silencioso no tiene éxito, no procures el aplauso ni el reconocimiento… deja pasar, deja dormir… tal vez un sueño te despierte a otro sueño en la oscuridad… quizá ese sueño te lleve al verdadero Sueño, más allá… no te canses de soñar… rompe con esas cerrazones y sal al aire libre, al suave viento de tu corazón… no te alcanzarán los volúmenes imaginables para escribir tus pasos de amigo de la rosa… no tienes que dejar constancia de nada de ello, escribe en el Corazón de Dios… “si supieras que sólo te pido dejar de resistir, si entendieras que se trata de dejarme a Mi parir tu vida de nuevo, la verías nueva… te lo pido: no frenes tu alumbramiento… es todo lo que necesito que hagas, sólo así vas a ver tu vivir con sentido, tu futuro como eso posible que eres capaz de construir… déjate dar a luz por mi Palabra que se filtra por esa rendija de esperanza que queda dentro tuyo… no tengas miedo, quiero tu bien, ese es mi gozo… mi corazón de Padre no se contiene de saber que su hijo está por nacer y todavía no nace… no enciendo una lámpara para esconderla, ni doy ésta vida para que muera…”… la “rosa sin porqué” no se puede esconder, ilumina siempre con la belleza de la gratuidad… ¿escondes la luz que te ha sido donada?, ¿iluminas con tu vida las oscuridades de tu alrededor?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 8,16-18)…