Que tu camino y tu andar

… que tu camino y tu andar, amigo y amiga de la rosa, sean un gozo por encima de las amenazas -generalmente aparentes- que se multiplican a los costados… basta que ahondes, que vuelvas a meditar y a desprenderte de los apretujones y circunstancias… aunque los apretones existan y tú seas con tus circunstancias… considera el gozo de la alegría pacífica, ese silencio que sólo se manifiesta en la apertura del corazón y, sobre todo, en el respeto… quizá no halles respeto ni urbanidad entre los bárbaros que asaltan las ciudades y los pueblos para dominar de las maneras más sutiles, aunque torpes… vuélvete al silencio, nadie puede quitarte tu bien aunque lo declare en desagradable modo… obra de misericordia es dar a gustar la vida… ¡buena ventura a quien bienaventura la vida de sus hermanos!… vive, pues, para hacer felices a los demás, que es mucho más duro y exigente que ser observante y cumplidor… si vives para conseguir que los demás se sientan felices de haber nacido, es lo mismo que renunciar a ser tu el centro, porque es anteponer la alegría compartida a tu alegría particular… la experiencia te dice que, por cumplir con el deber, eres capaz de amargarle la vida a más de uno, de denunciar a quien sea o, simplemente, de imponerle tu particular forma de ver la vida y las cosas… por el contrario, cuando lo que está en juego es hacer felices a los demás, las cosas cambian… cambian tanto, que da miedo andar por este camino de bienaventuranzas… la “rosa sin porqué” bienaventura a quien la contempla cada amanecer… ¿es tu vida en servicio a la alegría de tus hermanos?, ¿das a gustar la vida o se la amargas a más de uno?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 6,20-26)…