¿Qué semilla es esta que
nuevo sembrador necesita
para esparcirla al voleo
sin importarle la tierra?
¿Es una sola semilla,
y siempre la misma,
o son muchas y distintas?
“… el sembrador salió a sembrar…”
¿Sigue saliendo?
¿No bajó los brazos
ante tan magra cosecha?
Si la semilla
es la Palabra,
es una y la misma.
Lleva tiempo echar raíces
se necesita constancia, paciencia,
soportar inclemencias, tormentas,
dominar ansiedades, curiosidades.
Poco sirve la efervescencia
de la nueva siembra
sin la sepultura de la tierra.
Asfixian las preocupaciones,
ahogan la abundancia de las cosas,
las raíces quedan entre rejas,
encarceladas psicológicas.
Sin libertad interior
la Palabra no puede
ofrecer toda su riqueza.
Con poquito de acogida,
escucha atenta y abierta,
la semilla encuentra
alguito de tierra fértil.
Entonces la Palabra
deviene palabras,
en cien, sesenta o treinta.
(… la #rosasinporqué se deja sembrar al voleo con inmensa gratuidad y nada sabe de mezquindad… con el Evangelio de hoy, San Mateo 13,18-23…)