Que necesidad hay

… ¿qué necesidad hay
de llegar hasta el límite,

de experimentar la escasez,
de sufrir la contingencia,
de saber de las orillas
de la nada y la impotencia?…

… no tengas lástima de mí,
que tan orgulloso soy,
que te rechazaría
dándote la espada,
me burlaría con chicanas,
despreciaría tu Mano tendida,
negaría tu Presencia amada…

… sólo te pido compasión,
esa que rompa mi dureza,
sin humillarme ni degradarme,
sin que nadie se entere,
ni siquiera yo,
porque, tan orgulloso soy,
que me alejaría, huiría…

… ¿es verdad que por mí
te achicarías,

te abreviarías,
te humillarías,
te anonadarías,
para que yo,
sin peros,
sin miedos,
sin recelos,
sin regateos,
me animara a dejarte
entrar en mi corazón,
en mi vida?…

… ¿es verdad
que no pides nada?…

“… ‘¿cómo puedo estar seguro de esto?;
porque yo soy anciano
y mi esposa es de edad avanzada’…”
(Lucas 1,18)

(… la “rosa sin por qué” sabe abandonarse con confianza en los brazos de la gratuidad… con el Evangelio de hoy, San Lucas 1,5-25…)