-¿Pueden ser bienaventurados,
dichosos, felices,
los pobres,
los que pasan hambre,
los que lloran,
los que son perseguidos?…
-¿Acaso, Señor,
no te pasaste la vida entera
acompañando, ayudando y liberando?
¿Acaso, Señor,
no afirmaste que para este oficio de consolar
habías sido enviado por tu Padre?…
-“Nada deseo más
nada busca tanto mi amor,
nada me interesa tanto,
como verlos plenamente felices,
viviendo con dicha el ahora entre ustedes,
siendo bienaventurados el día mañana”.
-“Por eso, teniéndolos ante Mí,
conociendo sus nombres y sus vidas,
mirándolos a los ojos, les digo:
‘¡felices los que reconocen sus límites,
la fragilidad y la caducidad de las cosas,
la realidad escasa y, a la vez, pródiga!’,
‘¡felices los que respetan la brisa y el viento,
la noche y sus estrellas, el día y sus oportunidades!’,
‘¡felices los que se esfuerzan por superar las contingencias,
pero no retuercen los acontecimientos para fabricar su relato!’.
‘¡Si, felices los pobres, los que pasan hambre, los que lloran,
los que son perseguidos por buscar el bien y la verdad,
felices ellos, ustedes, porque son normales!’”
“… Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo:
‘¡felices ustedes, los pobres,
porque el Reino de Dios les pertenece!’…” (Lucas 6,20)
(… la “rosa sin porqué” al vivir en y desde la gratuidad es bienaventurada y feliz en cualquier circunstancia… con el Evangelio de hoy, San Lucas 6,12-13.17.20-26…)