Hay preguntas que no obtienen repuestas inmediatas, y sabes muy bien que es harto frecuente

… hay preguntas que no obtienen repuestas inmediatas, y sabes muy bien que es harto frecuente… no pierdas la esperanza, no tanto con arribar a una respuesta, cuanto con el secreto o el tesoro escondido, que te brinda la apertura deseada más allá… preguntas por no sé qué «identidad», tal vez para huir de la asfixia, de la repetición de las mismas necedades, en ansia por una liberación auténtica… por eso es necesario que te preguntes de nuevo: “¿quién soy?”… es fácil responder acerca del «lugar» en el que accidentalmente «estás»… pero buscas el secreto que está más allá: “¿quién soy?”… no eres, ciertamente, lo que dicen o lo que piensan los «otros»… esos «otros» que pretenden conclusiones en el estilo más vulgar, repitiendo y repitiendo en ecos de la fama un aplauso o un examen mal aprobado… caminas la gratuidad sin fronteras cuando ya nada ves, ni puedes distinguir… queda sólo el latido del corazón profundo, la “confianza sin más”… y en esa “confianza sin más” de saberte amado incondicional y gratuitamente ¡encuentras! tu identidad: soy quien me mira, me escucha, me conoce y me ama, me soporta y me perdona… algo ha de despertar, algo ya despierta… y nada más… la #rosasinporqué sabe que ella es quien la mira y ama gratuitamente, cuando le preguntan: “¿quién eres”, responde: “¡soy vos!”… ¿quién eres?, ¿sólo respondes sobre tu identidad con tu DNI o con tus quereres y querencias?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 16,13-19)…