Porque vives deprisa, porque tienes fronteras, porque pones condiciones

… porque vives deprisa, porque tienes fronteras, porque pones condiciones… porque sospechas de la gratuidad, porque aborreces el riesgo, porque ignoras a los demás… porque huyes del silencio, porque prefieres tener a ser, porque pactas con el confort… porque tienes miedo al compromiso, porque desiertas los caminos que suben, porque regateas con tu juventud… porque hablas más que haces, porque olvidas que eres nómada, porque no te das a lo difícil… no sabrás ni hoy ni nunca, por más que lo intentes, por mucho que quieras, para qué vale la vida, para qué sirve el corazón… no sabrás, de verdad, ni el sabor de la paz, ni el precio de la alegría, ni el sentido de las lágrimas, ni el misterio de las cosas, ni el gusto de la vida, ni el encanto de la amistad, ni el valor del silencio, ni el milagro del amor… no hay vida sin riesgo, no hay vida sin dificultades, no hay vida sin incomprensiones ni críticas… la #rosasinporqué no vive corriendo, huyendo o escondiéndose, sino que vive cada momento en gratuidad plenamente convencida aunque sea perseguida… ¿te condicionan los reconocimientos y las aprobaciones?, ¿posees la serenidad propia de quien está profundamente convencido de sus cimientos o te irritas y gritas y peleas porque apelas al poder de la fuerza?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 7,40-53)…