… por decir la verdad estoy prisionero… fui la voz que clamó en el desierto, el profeta que señaló al Cordero, quien bautizó a Dios para que iniciara el anuncio del Reino… ahora, en el calabozo, encerrado en mis recuerdos, me pregunto: “¿eres Tú la respuesta del Cielo?, ¿valió la pena tanto desierto?”… pero, ¡creo y espero!… tu ausencia, Señor, me acompaña fiel y llena de Ti mis soledades… la siento tan mía, tan parte de mi alma, que cuando me ahuyento de mí mismo, de Ti mismo, siempre esta ausencia espera mi regreso, alojada en mis entrañas… mi ausencia, ¿será también tu ausencia?… ¡no me buscarías, Señor, si yo no te doliese en algún lugar de tu costado!… ¿qué hueco vas cavando en mi misterio?, ¿qué tesoro buscas encontrar en mí para ofrecerme?… ¡hay tantos huérfanos de ausencia tuya en las mentiras, en la abundancia, en la prepotencia de quienes mandan!… ¡tu ausencia es mía porque Tú me la regalas, tiene mi nombre propio y está en el centro de mi dicha y de tu dicha!… ¿qué?, ¿que quieren mi cabeza?… ¡aquí estoy!, ¡cuando Dios quiera!, ¡cuándo Tú quieras!… la #rosasinporqué es testigo fiel de la gratuidad, por ella cada mañana da la vida sin chistar… ¿has sufrido persecución o discriminación por testimoniar la verdad con tu vida?, ¿eres un testigo fiel de las enseñanzas del Señor?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 6,17-29)…