… cuando la esperanza es puesta a prueba, porque el entusiasmo y el dulzor de los primeros tiempos pasa, porque se experimenta un abandono sostenido que ahoga al corazón, porque el fracaso y el hazme reír es el pan cotidiano… cuando así la esperanza es puesta a prueba, dan ganas de no haber nacido, dan ganas de mandar a pasear todo y a todos… sin embrago, cuando se experimentó aquel amor que hizo que uno lo diera todo, que uno se jugara todo entero por una persona o por una causa… entonces, se siente un fuego que no se lo puede apagar… entonces, esas crisis de esperanza acrisolan la vocación, la misión y la entrega… entonces, caes en la cuenta que perder la vida no es el problema sino que es el camino, porque es liberar tu existencia, es cultivar más fuerte tu identidad y es sanar la esperanza enferma… perder la vida derramando los días sobre frentes sin etiqueta de sinagoga o de partido, sobre buenos y malos como la lluvia y el sol que regala el Padre de todos… perder la vida sin contabilizar si los esfuerzos han resbalado estériles sobre la piel cerrada hasta el polvo del camino, o si han calado fértiles hasta el secreto donde germina la vida… perder la vida es ganarla, sólo quien se desvive vive, sólo quien da la vida ama… la #rosasinporqué se desvive gratuitamente por lo que ama, por eso ama tanto y no se cansa de seguir amando… ¿te desvives por lo que amas o te parece exagerado?, ¿sigues adelante a pesar de las derrotas y las burlas?… (con el Evangelio de hoy San Mateo 16,21-27)…