Llamaste a una puerta aguardando que alguien te abriera y te hiciera pasar más allá de ella

… llamaste a una puerta aguardando que alguien te abriera y te hiciera pasar más allá de ella… caminaste junto a un río, buscando una playa, donde encontrar a no sabes quién… trepaste a esa montaña, asomándote a sus cavernas… no, no es allí, no es eso, ni esto ni aquello… la gratuidad no se identifica con lo que sea, ni aquí, ni allí… si crees que diste con tu destino al recibir no sé cuál diploma o te empeñaste en esta o en aquella profesión: te equivocas… no hay en este mundo «nada», ni nada de nada, que pueda en efecto ser tu fin… no hay cumbres, más altas están las estrellas y ellas mismas no pueden cerrar el cielo… y el cielo, ¿qué es el cielo?… el cielo se abre para que vayas más allá… ¡corazón, que en nada te conformas, estás en lo cierto cuando insistes en buscar!… porque «aquello» es ¡tan cerca! que nada ni nadie lo puede mostrar… lo que buscas ya está en ti, el tesoro está escondido en tu corazón y la perla es tu nombre que debes reconocer… atrévete a lo indecible… la #rosasinporqué encontró un tesoro escondido y la perla más fina en la gratuidad, y lo “vendió” todo con alegría para quedarse con ella… ¿has dado con ese tesoro y con esa perla que justifican todo esfuerzo, sacrificio y renuncia en tu vida?, ¿has dejado de buscar satisfaciendo tus deseos de plenitud con baratijas?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 13,44-46)…