… piensas, tal vez, que la gratuidad permanece allá lejos… que, tal vez, te mira con un catalejo o desde muy arriba… en suma: que está, sí, claro, pero bien más allá… cuando oras el Padrenuestro lo «ubicas» en un cielo lejano y más que inaccesible, olvidando el verdadero sentido de la trascendencia… o quizá lo «fijas» en alguna imagen o figura… pero algún día quedarás sorprendido y más que admirado de que estaba y está y es ¡tan cerca, tan próximo, tan inmediato!… nada tan inmediato y tan penetrante como los «ojos de Dios»… así que a orar, otra vez… ¿cuándo estarás conforme con esa «oración tuya» que quisieras «perfecta»?… en realidad te hayas ante lo más importante, lo mayor, lo que arrebata tu alma y tu vida y te eleva… pero, claro, no te conformas… y es que todo siempre parece poco, sobre todo cuando te apresuras a medir las cosas… no se “hace” oración… la oración brota del Espíritu, lo sabes muy bien, pero te cuesta adoptarla así no más, sencillamente, como se da en el silencio siempre inesperado, insospechado, de tu corazón agradecido… la #rosasinporqué sabe que orar no es difícil, sino que ¡es imposible! si la gratuidad no gime y canta en ella cada jornada… ¿dices que oras y sólo mueves los labios sin que se te mueva el corazón?, ¿dejas que el silencio venga en tu ayuda así puede suscitarse en ti la oración?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 11,1-4)…