… “caminante peregrino”, adelante, prosigue abriendo el camino… percibes una melodía en tu memoria… aspiras, una y otra vez, el “aire puro” del Inmenso… una figura, la más modesta, puede aproximarte a tu propia superación… como peregrino lo haces «a través»… también el paisaje lo puedes horadar para pasar más allá… ¡más allá!, confía y pasarás… quizá ya te encuentres del otro lado y no aciertes a darte cuenta…
… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, ¡cuántos aullidos en la frontera!… allí gritan para confundirte y para que no vayas a lo profundo… ¡por eso te «llaman»!… para que te creas todavía de ese lado y no más allá, que es tu destino… para el enemigo es un gran triunfo detenerte en “lo que no es”… ¿es posible?… si, como es posible la ilusión o el espejismo… ¡qué fuerza poseen ciertos fantasmas!… al menos cuando les prestas cierta atención… “lo cotidiano” parece una muralla, un velo, un tejido de fantasmagorías que cubre el horizonte…
… es urgente, pues, que horades los muros con confianza… y no caigas en la frontera, sobre todo cuando ya has pasado los límites caprichosos… tú sabes que estás más allá… pero los “diablos” te gritan cada vez más fuerte -ellos, claro, no pueden pasar- y te quieren asustar… y semejantes gritos se hacen eco en los pensamientos… el engaño que pretende el enemigo es mostrarte lo que no es como si fuera real y poderoso… el secreto es que confíes totalmente en Aquel que te sostiene…
… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, acalla los ladridos de las acciones exteriores que demandan tu atención… que tu pureza sea un corazón desprendido y misericordioso… que tus abluciones sean actos de generosidad y de compasión… ¡necesitas purificarte!… no lo hagas con perfumes y desodorantes que disimulan la suciedad… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 11,37-41: “… den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro… ”)…