El Cielo se abre para que vayas más allá

… “caminante peregrino”, llamaste a una puerta aguardando que alguien te abriera y te hiciera pasar más allá de ella… caminaste junto a un río, buscando una playa, donde encontrar a no sé quién… trepaste a esa montaña, asomándote a sus cavernas… como los románticos buscabas plantas y flores exóticas, flores nuevas que nadie conociera… ¡no!, no es allí… no es eso, ni esto ni aquello…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, el Absoluto no se identifica con lo que sea, ni aquí, ni allí… si crees que diste con tu destino al recibir no sé cuál diploma… o te empeñaste en esta o en aquella profesión… ¡te equivocas!… no hay en este mundo «nada»… ni nada de nada… ¡que pueda en efecto ser tu fin!…

… cuando te parezca alcanzar esto o aquello que sueñas… di, muy fuerte en tu corazón: «no es, no es, es preciso seguir más allá”… no hay cumbres… más altas están las estrellas y ellas mismas no pueden cerrar el cielo… ¡el cielo se abre para que vayas más allá!… ¡tu corazón, que en nada se conforma, está en lo cierto cuando insiste en buscar!… porque «Aquello» es ¡tan cerca! que nada ni nadie lo puede mostrar…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, descubres que hay Alguien que siempre es más… que su Presencia lo es todo… que ya no necesitas ningún signo más… no engañes a tus hermanos con espejitos de colores: ¡sólo Dios basta!… desayuna y mate con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 11,29-32: “… aquí hay Alguien que es más… ”)…