Pensé que no era nada

… pensé que no era nada,
que esa mirada que me regalaste,
era una más;
que ese abrazo que me diste,
era uno más;
que esa palabra que me dirigiste,
era una más;
que ese encuentro que tuvimos,
era uno más;
pensé que daba igual…

… tan pendiente a novedades
que estimulen mis sentidos,
tan atento a lo que alaga mi ego,
tan mendigo de afectos y amistades,
tan repleto de mis vacíos,
y tan poco considerado al vuelo de las aves,
tan indiferente al latido de las estrellas
a la música del viento en el arpegio de las ramas,
a la sonrisa de los niños,
a tu Presencia tan cercana…

… deseo que mi alma
se abra al infinito,
y que mi deseo alerta
contemple todo el horizonte;
cuando Tú llegues con tu Brisa
zarparemos hacia tu Oferta
aunque cruja la costumbre;
un día te toqué y me tocaste,
se despertaron mis sentidos,
y ya nada es lo mismo…

“… le rogaban (a Jesús)
que los dejara tocar tan sólo
los flecos de su manto,
y los que lo tocaban
quedaban curados…” (Mateo 6,56bc)

(… la “rosa sin por qué” se sabe tocada por la gratuidad y, por eso, para ella todo es gracia… con el Evangelio de hoy, San Marcos 6,53-56…)