Para llegar hasta Ti

Para llegar hasta Ti,
para llegar a mis hermanos,
para llegar a las cosas,
y encontrarnos,
y encontrarlos,
y encontrarlas,
necesito emigrar
hasta las orillas.

Si me quedo
en mi centro,
en mi ego,
en mi manera de pensar,
de juzgar,
de mirar,
de sentir,
no hay encuentro.

Emigrar hasta las orillas
no es orillar,
ni dejar de pensar,
ni de juzgar,
ni de mirar,
ni de sentir,
es salir al encuentro
desde adentro.

Y en las orillas,
¡sorprenderme!,
y encontrarme con el adentro
de tu descomunal Misericordia;
y encontrarme con el adentro
de las miserias mías y de mis hermanos;
y encontrarme con el adentro
de la finitud y caducidad de las cosas.

Si,
¡en las orillas!,
el encuentro verdadero,

con la realidad sin relato,
con la verdad sin trampa,
con Tu mirada que atrapa,
con nuestras miradas que encantan,
con la mirada que agradece y alaba.

“… Jesús llegó a orillas del mar de Galilea…
… me da pena esta multitud,
porque hace tres días que están conmigo
y no tienen qué comer…” (Mateo 15,29a.32c)

(… la “rosa sin porqué” sale hasta las orillas para encontrarse con la gratuidad y, entonces, conoce bien todas las cosas… con el Evangelio de hoy, San Mateo 15,29-37…)