El panorama de las superficies puede ser, siempre, sumamente seductor

… el panorama de las superficies puede ser, siempre, sumamente seductor… si te estableces a la vista de todos y con general beneplácito y aplauso, más todavía… pero esto es un engaño… un solo «sometimiento» a la vida misma, a un sufrimiento indescriptible o incomprensible, buceando en su hondura y en su proyección y ofrecido y elevado a Dios, vale más que diez mil premios, atenciones o éxitos pretendidos… ¿cómo sumergirte en esa verdadera dimensión que no tiene a su disposición ni propaganda, ni sistema alguno de difusión?… la gratuidad desinteresada te previene del espectáculo… no te dejes seducir por «difundir», por hacer una y otra vez pantomimas en el escenario para que todos te vean… no preguntes: “¿cuánta gente hay?”, para ponerte a “actuar”… no insistas en los balcones que miran hacia afuera, ¡no olvides a Aquel que es Quien te mira y ama!… volcado a los objetos, puedes olvidar al Sujeto… no hagas las cosas por el aplauso de nadie, date todo entero aunque sólo sea a uno… que no es la extensión, ni el número, ni la cantidad, lo que te mueve, sino la gratuidad… la #rosasinporqué no necesita de mirones ni aplaudidores para darse toda entera y hermosa cada mañana, le basta la gratuidad… ¿necesitas de público para hacer lo que tienes que hacer en la vida?, ¿condicionas tu estado anímico por los “me gusta” que recibes?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 4,38-44)…