… ojos enlutados,
corazones cerrados,
manos crispadas,
pies desorientados…
… y, en los labios,
una mueca,
nunca una sonrisa…
… demasiadas dificultades,
supermercado de problemas,
catarata de adversidades,
océano de contradicciones,
… ¡basta!,
no se puede vivir
sin una mañana…
… ¿cuándo se enderezará
esta curva del camino
que no me deja ver el horizonte?…
… ¿cuándo acabará de pasar
sobre mi cabeza la ola
que me mantiene sumergido?…
… ¿cuándo se ensanchará
este callejón estrecho
que nos oprime a unos contra otros?…
… ¿cuándo extinguirá sus vientos
este huracán espeso
que angustia, ruge y rompe?…
… ¿vendrá un día la aurora,
que sabe decirlo todo,
y al traerme un amanecer,
desaparecer en un instante,
dejándome sembrado de esperanza?…
… Tú eres el Señor en este “ahora”
que va gestando en tiempo justo
un “después” que herede mis sueños
y el empeño de los justos…
“… vayan a las ovejas perdidas del pueblo de Israel;
por el camino, proclamen
que el Reino de los Cielos está cerca…” (Mateo 10,6-7)
(… la “rosa sin porqué” no desespera en la adversidad, la gratuidad la sostiene con una suave y paciente esperanza… con el Evangelio de hoy, San Mateo 10,1-7…)