No te distraigas, que el ‘ambiente’ no es la ‘realidad’

… “caminante peregrino”, cuando vas de camino las voces se multiplican… «sigue», dicen unos… «no sigas, detente», dicen otros… en realidad tú sigues de cara al horizonte que conoces… y no permitirás las distracciones innecesarias o fuera de lugar… pero el «nivel» de este mundo ahoga y detiene… ¿cómo es eso?… lo que carece de «realidad» pesa y distrae… las ambiciones tan vanas que te chocan todos los días son zancadillas suficientes para detenerte en el camino…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, el «viejo enemigo» no te quiere ver pasar… le disgusta tu sonrisa, se enfurece con la paz que llevas… hará todo lo posible para ensombrecer tu rostro y dibujar profundas heridas en toda tu persona… para ello hace irrespirable el ambiente de los caminos… cuenta con tu fatiga del peregrino y con la confusión que expanden voces desacompasadas y carentes de armonía…

… el enemigo no necesita trabajar demasiado… basta arrojar un balde en una escalera para producir un buen estrépito… sólo un empujón, ¡nada más!… el resto lo harás tu mismo cuando prestes atención… cuando te parezca inaudito lo que percibes… ¡cuando te escandalices porque no te ayuda Dios!… no atiendas, no mires, no te vuelvas… por Dios, ¡no te vuelvas!… ¿no recuerdas a la mujer de Lot?… tu sigue, con sencillez y nada más…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, sabes que el “ambiente” no es la “realidad”… la realidad es tu entrega cotidiana, tu dar la vida en cada momento… la realidad es éste momento ofrendado y consagrado… no te distraigan los cantos de sirena… ¡que tu vida vale por Quien te llama y ama!… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 17,26-37: “… el que trate de salvar su vida la perderá… ”)…