¡No presumas fortaleza cuando eres pura fragilidad!

… “caminante peregrino”, tal vez el cansancio, el hastío y los desengaños te han cegado… tal vez estás al borde del camino, ciego, esperando… es que los caminos del orante siguen particulares derroteros… con frecuencia fuera de lo previsto o proyectado… más allá de los espacios «pensados» hay lugares y zonas que superan tu imaginación… ¡no está todo escrito en los manuales al uso!…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, deberás estar avisado y dispuesto para esos discernimientos de conciencia verdaderamente insoslayables… pues bien, esos espacios o acontecimientos tejen un desierto singular… la vida del «desierto interior» no está trazada en ningún plan… seguir por el desierto requiere valor y audacia, porque más de una vez deberás avanzar sin brújula y sin guía… con confianza y abandono… según tu conciencia, en gracia de Dios… esperando…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, se acerca tu Señor amado y te devuelve la visión si así se lo pides… apelando a Su compasión, a Su liberalidad… ¡no presumas fortaleza cuando eres pura fragilidad!… no te arrogues ver y entender cuando eres ciego para tantas cosas… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 18,35-43: “… Señor, que yo vea otra vez… ”)…