No te aferres a lo que caerá mañana ni te dejes arrastrar por la porfía y las modas de este mundo

… no te aferres a lo que caerá mañana ni te dejes arrastrar por la porfía y las modas de este mundo… es verdad que la calle hace mucho ruido, pero el viento en el desierto suele sacudir con mucha dureza y ¡no mueve las arenas!… trata de no tropezar ni caer, pero deja que sople y nada más… ¡no importa la zona que ahora atraviesas!… puede ser cualquiera, más da… déjala pasando sobre ella y más allá de ella… déjala, trascendiendo los infinitos accidentes de la historia desde la hondura de tu corazón… lo “infinito” está hacia adentro, no es extensión ni sabe de medidas… la incredulidad achica el corazón por la mezquindad, lo endure y lo ciega porque lo priva de lo “infinito” de la gratuidad… el incrédulo encoje su horizonte, no sabe ni puede esperar… el corazón humano a veces es ¡tan duro!… si “dejas”: amanece… si “esperas”: amanece… aguarda la Aurora que ya quiebra las sombras más densas de la noche… la #rosasinporqué no desespera, porque en todas las noches aguarda a la aurora que le anuncia, infalible, el amanecer de la gratuidad… ¿se ha endurecido tu corazón y ya no esperas y desesperas?, ¿vives aferrado a sólo las expectativas de este mundo?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 3,1-6)…