… “caminante peregrino”, es posible que añadas errores con tus pasos… un tropezón aquí y otro más allá… tu condición de pecador vulnerable te recuerda, a cada instante, a cada paso, la urgencia de renovar, sin temor, el abandono y la confianza en Dios… eres tan solo un grano de mostaza, un poquito de levadura… casi una insignificancia… y, sin embargo, Él te ama, te busca y te espera…
… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, en tantas ocasiones oirás o percibirás voces que suenan con tonos adversos y lejanas tormentas… que agitan y despiertan temores que, en realidad, no comportan amenaza real alguna… lo cierto es que no debes prestar atención a quienes se endurecen manifestando un poder falso… porque el hombre se juzga potente presionando aquí y allá, creyendo disponer de mucho cuando no puede nada… en suma: deja y abandona «criterios» y «pensamientos» que son «postizos»…
… nada de todo ello, nada de lo que se dice ha de llegar a tu morada interior… sólo la paz y el silencio que se experimentan en ese desierto «más que desierto»… donde nadie puede penetrar porque no sabe muy bien dónde está… la necedad es lo que queda muy lejos, y no podrá alcanzarte jamás… a condición, claro, de no detenerte en ningún recodo del camino… más allá pues de lo que «dicen»… el silencio redime y salva… es seguro que no escucharas lo que no quieres..
… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, dejas a tu Padre ser un Padre bueno en tu vida… no es tu grandeza lo que lo seduce, sino tu pequeñez… no es tu fuerza lo que admira, sino tu debilidad… no es tu riqueza lo que ama, sino tu pobreza… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 13,18-21: “… con un grano de mostaza… con un poco de levadura… ”)…