… no es recalculando
como se reorientan los sueños,
sino volviendo a las raíces
como el corazón toma vuelo…
… es que un tornado repentino
de expectativas ajenas
me arrancó de la tierra,
me elevó sobre mí mismo
y puso a girar mis raíces
en el aire estéril
con la obsesión de los vientos…
… pero Tú, Señor,
me has enseñado
a amar el humus fértil,
la confianza filial,
el suave abandono,
que me configura;
servidor humilde
de lo posible,
en un silencio lento
que cultiva el misterio
de lo imposible…
… es redamando,
volviendo a amar,
bautizado y bautizando
con fuego…
“… ‘Yo he venido a traer
fuego sobre la tierra,
¡y cómo desearía
que ya estuviera ardiendo!’…” (Lucas 12,49)
(… la “rosa sin por qué” cada día vuelve a amar porque la gratuidad le da esperanza… con el Evangelio de hoy, San Lucas 12,49-53…)