… ¡aprender a valorar la vida,
la familia, los amigos, los conocidos,
para dimensionar el paso del tiempo,
instante de eternidad, no pasajero,
y disfrutar y sufrir los acontecimientos!…
… ¡existir en Ti,
en tus afanes,
en tu Misericordia,
con tu Providencia,
a tu ritmo y en tu tiempo!…
… acoger lo nuevo
en el instante justo
en que aparece
en mi fantasía,
en mi diario,
en mi espejo,
en mi cuerpo;
¡sorprende
con su brote leve
la corteza áspera
de mis inviernos!…
… darles a todos un abrazo
y saber decir adiós
a lo mío que ya es otro,
y tiene que recorrer
su propio itinerario…
… o despedir a lo mío,
no retenerlo,
en su último aliento,
ya que cumplió su jornada
para llegar eternamente
hasta tu Encuentro
de tiempo sin relojes…
“… ‘insensato,
esta misma noche vas a morir:
¿y para quién será
lo que has amontonado?’…” (Lucas 12,20)
(… la “rosa sin porqué” aprendió a vivir en la gratuidad por eso valora cada instante como una eternidad… con el Evangelio de hoy, San Lucas 12,13-21…)