… “caminante peregrino”, aunque no sientas nada, ¡tu Señor está!… porque está en tu corazón y en todas partes… ten paz, silencia todo, no temas… es Él mismo, porque Él Es… no puedes apartarte ni escapar ni esconderte porque te sabes desnudo… si lo crees ausente, Él vendrá, siempre, a llamarte y a preguntarte a ti: “¿dónde estás?”, y te llamará una y otra vez… y tú dirás: “Señor, no, aún no he rezado lo que es de mi obligación, me falta ayunar, hace varios días que no medito, estoy con los nervios a flor de piel”… y Él, sin duda, insistirá: “¿dónde estás?”…
… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, ¿dónde estás?… ¿dónde has ido a esconderte?… hay mil cosas que te ocultan… estás detrás de reparos, de proyectos, de planificaciones, de modos… eso, eso, ¡sobre todo de modos y de maneras!… y te empeñas en multiplicar las ilusiones de métodos inalcanzables para refugiarte mejor, para rechazar mejor, ¡una Presencia tan simple e inmediata!… ¿es posible reposar en la inmediatez y en la confianza?… tantos reparos y métodos cantan bien claro que no tienes confianza ni abandono en Dios…
… te separas de Él por las modalidades… lo alejas, una y otra vez, porque interpones ese “yo” travieso que no calla y se planta entre Él y tu… ¡y hace dos donde sólo ha de ser Uno!… todo el secreto está en que, de una vez por todas, te animes a plantear la verdad: ¡no confías!… no confías en el “modo” de Dios sino en tus maneras… no hay verdadero abandono si no confías… por tanto, vuélvete, calla… “a vino nuevo, odres nuevos”… no sigas dando vueltas… es “ya”, es “ahora”…
… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, escuchas la Voz amada que te invita como la primera vez… no te escondas en tu pasado y en las cosas que allí pasaron… ¡tu Señor hace nuevas todas las cosas!… ¡todas las cosas!… ¡todas!… ¿quieres o no quieres una vida nueva?… “nada ni nadie puede separarte de Su amor”… ¡nada ni nadie!… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 5,33-39: “… a vino nuevo, odres nuevos…”)…