La vida no precisa de introducciones ni de reglamentos

… “caminante peregrino”, lo que buscas tan lejos está muy cerca… demasiado cerca quiere decir: ¡en ti!… el silencio del desierto, de ese desierto interior, que no abandonas, abre el paso una y otra vez… no te parece que sea así, pero la realidad es tal… y aunque no haya ninguna «noticia» de los sentidos… aunque te mortifiquen los cercanos o los lejanos… el Misterio se abre inmenso sin definiciones ni límites…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, en el silencio que supera el ruido… o la dificultad que fuere… encuentras lo que tanto deseas sin atreverte a adivinar… ¿es necesario «hacer» algo?… es urgente que abandones y dejes todo lo que no cuenta… es hora de no dejarte detener ni encerrar por las cosas vanas… has de ascender por una escala más empinada… la que no atiende los gritos o las luces falsas que sólo son ocaso y muerte…

… no hay «reglas» para esto… la vida no precisa de introducciones… ni de declaraciones de ninguna especie… la vida es vida y la recibes a cada instante… en silencio, pues, en lo íntimo, en lo secreto… que no importa que nadie lo sepa y menos que lo aplauda… en silencio y soledad, en paz fecunda, sin temor… déjate transformar en ese «Yo ye quiero, Yo te tengo confianza» que resuena en tu corazón profundo…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, te liberas del afán de “hacer” esto o aquello, de “cumplir” con esto o con aquello… no por despreciar reglamentos y ordenanzas, sino para trascenderlos y no quedar enredado en ellos… se libérrimo, no esclavo ni esclavista… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 6,1-5: “… ¿ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?…”)…