No alcanza

… no alcanza
el sólo amor
para entender
los latidos del corazón…

… nacido
para otros,
fallezco
en mí mismo…

… descubrí
que el aire que me envuelve
tiene la talla de mi cuerpo
y me acompaña siempre…

… me encontré
conversando con el mar,
conozco el humor de sus olas
y la voz de sus colores…

… ya sé
que mi paisaje cotidiano
me llama por mi nombre
con el eco de mi historia…

… tiemblo,
porque los ojos de mi gente me miran
y sus besos amigos
nunca se alejan de mi mejilla…

… ahora sí,
toda la barriada llega fiel
a la cita de mis sentidos
y de mi búsqueda infinita…

… sólo el mutuo amor,
en el pleno don de cada yo,
que es nuestro, y habla de cada tú
con su propio acento…

“… lo que Yo les mando
es que se amen
los unos a los otros…”
(Juan 15,17)

(… la “rosa sin porqué” descubrió que para la convivencia es necesario el mutuo amor que nace de la gratuidad… con el Evangelio de hoy, San Juan 15,12-17…)