Nada satisface tu «deseo»

… nada satisface tu «deseo»… día a día se apagan esas luces que las tenías por nuevas y duraderas… cuando esto así acontece, es necesario que te detengas, que escudriñes en tu corazón y te abismes en la quietud de la aurora… que des tiempo al respiro y no te encierres en razonamiento alguno… mira y embelésate con lo que aún no ves del día, sólo gusta lo que ya está llegando… ¡mira más allá!… ¿es demasiada audacia, exagerado sueño?… estas de camino en luminoso sueño: el sueño se recibe, no se inventa… el sueño llega como el viento, como el soplo que no tiene fronteras… no, no puedes fabricar tu sueño… pero, ¿es un sueño?… sí, ¡claro!, es que viene, es que llega, ya está aquí, ¡siempre estuvo aquí!, sólo arriba lo que estuvo siempre… a ti la audacia de afirmarlo, ¿por qué no?: lo que hoy deseas lo has tenido siempre y, si no, jamás lo hubieras deseado… el sueño es deseo que, como vino nuevo, necesita odre nuevo… “… ¡tómame de la mano!, Señor, no me sueltes, que no hay modo más humano de decir ‘presente’, ni tampoco más divino de enlazar las ‘suertes’… ¡tómame de la mano!, Amigo, que el amor apriete y me sienta aupado, cuando el dolor ya viene, como niño salvado de la enorme creciente… ¡tómame de la mano!, Señor, no me sueltes y cuando hayas marchado sabré que no mientes cuando me dices ‘estoy a tu lado’, de un modo que no entiendes…”… la “rosa sin porqué” sabe de sueños, por eso despierta cada mañana llena de deseos… ¿tratas de darte todos los gustos y terminas disgustado con todos y en todo?, ¿eres un servidor de los sueños de quienes tanto amas?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 5,33-39)…