¡María!

¡María!

¡Alégrate, disponibilidad,
la gratuidad está contigo!
Eres receptividad sin peros,
eres aceptación incondicional,
eres el “si” virginal.

¡María!

Por eso en Ti
el don será completo,
sin retaceos,
sin defectos,
sin recelos.

¡María!

El regalo supera
a la recompensa.
El regalo se recibe,
la recompensa se merece.
La ley deja paso a la gracia.

¡María!

No hay confusión,
porque no hay superposición.
Donde hubo pecado,
abundó la gracia;
donde no, ¡todo es gracia!

¡María!

Desborda la alegría,
en el corazón atento,
los oídos abiertos,
la mano tendida,
y los pies ligeros.

¡María!

“… el nombre de la virgen
era María…” (Lucas 1,27c)

(… la “rosa sin porqué” es disponibilidad, receptividad, gratuidad… con el Evangelio de hoy, San Lucas 1,26-38…)