… lo que te rodea levanta olas inmensas de todo tipo para que descarriles y caigas… sobre todo para que permanezcas caído o detenido por luchas o polémicas, en infinitas discusiones acerca de lo que se debe hacer y de lo que no… con tantas tormentas te ves casi obligado a cubrir las brechas abiertas en la nave para evitar un naufragio… y el tiempo perdido es mucho, porque la línea horizontal es implacable… sin embargo, no lo dudes, esa dimensión no es la tuya… has sido llamado hacia esferas más altas, o más cercanas, a pesar de que no cesan los ecos y noticias que provienen del otro lado de la frontera… la oración en la noche oscura, y también agitada, te da algo que no puedes alcanzar de otro modo… la gratuidad no la puedes «perder»… creces en ella aunque los factores exteriores pretendan otra cosa… percibes los truenos de tormentas lejanas, pero la verdad es que te mienten para que las sientas harto cercanas… ¡se dulce y firme!… sean tu mirada y tus gestos serenos y sea tu adhesión plena a la Presencia que todo temor aleja… la #rosasinporqué no le pide a la gratuidad que se vaya, reconoce que su presencia todo lo ennoblece y ordena… ¿vives sin gratuidad orillando las tinieblas?, ¿conservas la dulzura y la suavidad junto con la firmeza en medio de las pruebas?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 8,28-34)…