… en medio de la tormenta sabes que más arriba todo está despejado… ¿es posible confiar cuando las desilusiones te abruman o las pruebas se suceden?… ¡no temas!, que estás muy por encima de cuanto sospechas… las ráfagas pueden atemorizar, como tantas otras cosas… pero la realidad no se mide por el temor, tampoco los sustos ni las amenazas ofrecen nada… ¿dejar que la tormenta pase?, ¿pasará la tormenta?… lo más terrible es que hay quienes aman esas tormentas, sin darse cuenta que, tarde o temprano, quedarán atormentados… quien camina sin rumbo, por el sólo afán de andar, perdido el norte y el sentido, no halla refugio ni puede encontrar nada… sólo tiene ese ego enorme que lo aprisiona y lo empuja por aquí o por allá… en el reino de las sombras impera la confusión más extrema… sólo Uno puede salvar… ahora mismo parece dormir en la barca agitada por el viento… ¡pero Él no está ausente!… la #rosasinproqué no vive atormentada porque la gratuidad no deja que las tormentas le invadan el corazón… ¿desconfías y dejas que las tormentas ganen tu corazón?, ¿te preocupas de estar junto a tantos atormentados que no conocen la verdadera confianza?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 8,23-27)…